Ignacio Orovio

Recordar el 11-M es doloroso, mucho. El mayor ataque terrorista en suelo europeo es sólo un titular que, sin embargo, no alcanza a reflejar el desgarro que esas bombas que destrozaron cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid y a los seres humanos que viajaban en sus vagones provocaron no sólo en el Corredor del Henares (de donde procedían los viajeros), en Madrid, en España entera y en Europa. El periodista Ignacio Orovio estuvo allí y lo sabe y escribió fielmente en las páginas de este diario todo lo ocurrido, tanto con las bombas como el burdo, vergonzoso e inhumano intento de camuflar la realidad por parte del Gobierno de José María Aznar, lo que incrementó el dolor. Pero Orovio no se quedó ahí. Desde el primer momento le surgieron unas preguntas que le han acompañado los veinte años transcurridos desde aquel brutal atentado. ¿Qué lleva a unas personas a hacer saltar unos vagones llenos de trabajadores y estudiantes? ¿Por qué se radicalizaron? Su mirada profesional, entonces, se centró en quiénes estaban detrás del ataque, en la investigación policial y judicial y en las víctimas; pero necesitaba entender, con todas las reservas, la motivación que lleva a alguien a asesinar a ciudadanos que desconoce, personas a las que elimina su identidad y su esencia como ser humano.